Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La trampilla.

Dos semanas habían pasado desde aquel día en donde Jimin supo lo que Jungkook era, según Seokjin. Aún no era capaz de creerlo del todo, pero tampoco tenía la valentía como para decirle de frente a su alfa todo lo que pensaba, todas sus sospechas como si nada. Lo creía un tema delicado, que no era para tomar a la ligera, por lo que no encontraba un modo de encararlo.

Por otro lado, Taehyung no había ido a visitarlo y tampoco había visitado la manada, por lo que no sabían nada del otro hacía tiempo.

Taehyung lamentaba eso, porque en aquel momento necesitaba de su hermano. Su único apoyo era Yoongi, quien resultó ser más comprensivo y cariñoso que sus padres.

—Solo te diré una cosa... —habló Yoongi, deteniendo un instante a Taehyung para que le prestara atención—. Si no lo estás, no quiero que te pongas mal ¿sí?

El omega apretó los labios y asintió suavemente. No quería demostrarlo, pero por dentro estaba ansioso y esperanzado de tan solo pensar que un cachorro podría estar formándose en su vientre. Tantos años donde aseguraban que era estéril por su olor débil, asumiendo la idea de que jamás tendría hijos... ahora simplemente esperaba no desilusionarse.

Y aunque a Yoongi no le entusiasmaba mucho la idea de ser padre, muy en el fondo deseaba que estuviera esperando. No lograba explicar el por qué.

En cuanto entraron a la choza del curandero, este los observó. No tenía idea de que podían necesitar aquella pareja insospechada, pero creía saberlo: —¿Qué desean? —preguntó.

—Estamos aquí porque queremos saber si estoy preñado —habló Taehyung, sintiendo ansioso a Yoongi detrás suyo.

—Creí haber dicho tu condición, no puedes procrear.

—Pero es la primera vez que tengo un alfa. No se puede decir si puedo o no si ni siquiera había tenido relaciones.

—Lo siento, pero no puedo atenderlos. Es una pérdida de tiempo, no puedes dar vida, debes de entenderlo.

Yoongi frunció el ceño. ¿Qué clase de curandero era? No podía asegurar algo sobre su paciente sin siquiera haberlo revisado. Ellos ya estaban ahí y su omega iba a ser atendido como que se llamaba Min Yoongi.

Tomó al anciano de los trapos a los que llamaba ropa y lo alzó en el aire con violencia, logrando asustarlo un poco. Su mirada era fría y matadora, indicando que no estaba jugando: —Vas a atender a mi omega si no quieres morir ahora —le gruñó, mostrando sus colmillos.

Al rato Taehyung ya estaba siendo atendido por el viejo alfa, bajo la atenta mirada de un Yoongi cruzado de brazos como recordatorio por si se negaba a seguir con su trabajo.

La sorpresa fue exageradamente notoria en el rostro del curandero cuando descubrió que efectivamente aquel omega estaba en cinta. Eso no era posible, él mismo lo había declarado estéril. ¿Qué iba a pensar la manada de sus habilidades con los dioses y la medicina si había fallado en algo así?

—¿Entonces? —preguntó Taehyung, sintiéndose repentinamente nervioso ante el silencio del canoso.

Yoongi alzó su puño al notar que el viejo no pensaba abrir la boca, logrando que hablara a pesar de notar sus intenciones.

—Si, si está —afirmó.

—¿Sí? —exclamó. Una sonrisa enorme se pintó en su rostro.

—¿Qué? —dijo Yoongi, quien ya se esperaba algo así, pero de igual modo estaba anonadado.

—Debe ser obra del diablo —dijo el anciano, negándose a creer que había fallado.

Taehyung chilló de emoción, siendo abrazado por Yoongi de inmediato. No podía creerlo, tenía a un pequeño creciendo en su vientre, iba a tener un cachorro. No sabía explicar la emoción que sentía en aquel momento, solo las lágrimas que escapaban de sus ojos hablaban por todas las palabras que no salían de su boca.

✧✦✧

Jimin terminaba de lavar las cosas del almuerzo mientras Jungkook regresaba al taller para terminar unos muebles que le habían encargado. Tal parecía que a la gente no le importaba su energía pesada si su mano de obra era magnífica, por lo que recibía pedidos de juegos de mueble seguido, y cobraba muy bien por ello.

Dentro de todo, de lo económico no podía quejarse. En cambio, lo que aún le preocupaba era Jungkook. ¿Cómo iba a hacer? No podía ocultarlo para siempre y no quería admitir que en el fondo sentía miedo de lo que pudiera llegar a pasar.

Claro que Jungkook estaba consciente de cómo se sentía su omega, pero se hacía el tonto. Él también estaba asustado.

Jimin caminó hacía la mesa para terminar de quitar las migas, cuando su pie se atoró con algo bajo la alfombra. Llegó a tomarse de un mueble, sin terminar de caer. Fue un alivio para él porque su vientre ya estaba más grande y no quería perder al cachorro. No se lo perdonaría jamás.

Maldijo por lo bajo, viendo con qué había podido tropezar, viendo el poco notable bulto bajo la alfombra. No dudó en levantarla, notando una trampilla que no sabía que estaba. La manija de metal sobresalía por el medio, seguro eso había sido el causante de su accidente.

Llevo sus manos a su vientre por instinto y finalmente levantó la tapa. Una escalera de madera bajaba a un lugar oscuro, posiblemente algo húmedo y lleno de polvo. Era un cuarto oculto o un sótano para dejar las cosas que no necesitaban.

Observó a todos lados, revisando que Jungkook no estuviera cerca. Corrió a tomar un farol y lo prendió, dispuesto a averiguar que había allí abajo. No tenía idea de que podía haber, quizá basura, un monstruo, cadáveres, oro, el mismo infierno... su imaginación volaba.

En cuanto bajó cada uno de los escalones, se sorprendió al ver que la luz del día entraba por los espacios que había entre tabla y tabla. Muebles cubiertos de una lona blanca —casi gris—, algunas otras estaban destapadas. Pero lo que más le interesaba, era la cantidad de cajas que habían apiladas.

Dejó el farol a un lado y no pudo con la curiosidad de sacar algunas lonas, apreciando la belleza de aquellos muebles. Se preguntaba porque estaban ahí si no se veían en mal estado, pero lo que más llamaba su atención eran las cajas con algunos retratos sobresaliendo.

Se acercó hasta donde estaban y tomó el primero que sobresalía, limpiando la tierra con los dedos. Era bastante antigua y podía ver a un hombre y una mujer allí. Confirmó que se trataba de sus padres en cuanto vio a tres pequeños junto a ellos, aunque se notaba eran una pareja de alta sociedad, por lo que no captaba como es que Jungkook y sus hermanos habían terminado en aquella situación.

También encontró ropa de bebé, pero no se le hizo raro. Quizá eran de él de pequeño, no tenía idea, sin embargo, andaba muerto de ternura con unos zapatitos pequeños. Esas cosas eran su debilidad.

Siguió revolviendo entre las cajas, hallando ahora ropa tanto de hombre como de mujer, fotos de otras personas... se notaba eran omegas por su contextura física. Eso lo confundía, ¿podían ser aquellos familiares de algún tipo? Después de todo Jungkook jamás le había hablado sobre eso. Apenas y sabía que tuvo padres o que no se llevaba tan bien con sus hermanos.

De pronto, la foto con una dedicatoria para Jungkook llamó su atención. El escrito era muy cursi como para ser un familiar y la letra era bonita. Hasta había un corazón. ¿Quién era la chica de aquella fotografía? ¿Qué papel había ocupado en la vida de Jungkook?

Al mirar al fondo de la caja, fotos de otros y otras omegas estaban ahí, algunas más antiguas que otras. Pero lo que llamaba poderosamente su curiosidad, era una tela que brillaba abajo de todas las cosas.

Le costó, pero finalmente logró sacar un hermoso vestido de novia, que, aunque estaba algo polvoriento, seguía siendo precioso, con detalles en bordado, lentejuelas y cristales de fantasía. Entonces, recién ahí, fue capaz de captar que todas aquellas personas de las fotos no eran familiares, sino antiguas parejas de Jungkook.

¿No era muy joven para haber vivido tanto? Necesitaba respuestas.

Un fuerte sentimiento de impresión lo invadió. Supo enseguida de que se trataba de Jungkook, no solo porque lo sentía, sino también porque escuchó la madera crujiendo sobre su cabeza y fuertes pisadas en los escalones.

—Jimin, ¿qué haces aquí? —exclamó Jungkook, viendo sus dedos llenos de polvo y como había revisado todas sus cosas.

Jimin bajó las orejas y escondió sus manos tras su espalda, queriendo evitar lo inevitable. Era obvio que había estado metiéndose donde no debía, y por el tono elevado de voz que había utilizado su alfa, era obvio que no le gustaba nada lo que había hecho.

—Nada —contestó, algo intimidado.

—¿Qué haces con eso? —caminó hasta él y le quitó el vestido de las manos. Notó como todas las cosas estaban fuera de sus cajas—. ¡No entres aquí, no toques nada de esto! —le gritó, furioso.

El peliblanco se alejó un poco, sin poder evitar sentirse nervioso. Nunca había visto a Jungkook así de enojado, al menos no con él. Tampoco le había hablado en ese tono nunca, y ahora que lo hacía, le daba cierto miedo.

—¿Los mataste? —preguntó Jimin, sin siquiera una pizca de tacto.

Las palabras habían salido de su boca simplemente, atando cabos entre el tema de que era un demonio, las fotos de los omegas y las tumbas que había encontrado hacía unas semanas atrás. Todo tenía sentido.

La fría mirada de Jungkook se posó en el omega, logrando que se alejara un poco más: —¿Cómo mierda se te puede pasar por la cabeza?

—¡Son los mismos de las tumbas! ¡Los nombres son los mismos!

—¡Pero no soy un asesino! —el omega se hizo pequeño en su lugar por los gritos—. Sube —señaló la salida.

Jimin se apuró en ir hasta las escaleras, subiendo tan rápido como sus piernas se lo permitieron, escuchando como Jungkook ordenaba rápidamente todo el desastre que había hecho. Llevo sus manos a su vientre por instinto al sentirse así de agobiado y agitado. Por primera vez le daba terror estar en un mismo lugar con Jungkook.

—¡No quiero que vuelvas a bajar ahí! ¿Entendiste? —gruñó Jungkook en cuanto subió y volvió a cerrar la trampilla.

—¿Por qué no? ¿Es la evidencia de que si son los de las tumbas? ¿C-Cuántos años tienes en verdad? —tomó el valor de preguntar.

—¡No tenías porqué entrar ahí! ¡No es algo que te interese! —observó como el peliblanco apretaba sus puños.

—¡Si me interesa! ¡Eres mi alfa, quiero saber que mierda eres! —sus ojos se llenaron de lágrimas—. ¡Quiero saber con quién mierda voy a tener un cachorro! ¡Y quiero que me lo digas tú, no saberlo de otros! ¡Ya me lo dijeron ahora quiero que lo digas tú!

—¡Soy una especie de demonio! ¿Feliz? —escupió con rabia. Sabía que Jimin tarde o temprano se lo diría, lo sentía—. ¿Eso querías saber? Pues ahí está.

—¡¿Y quién carajo son todos esos?! —señaló la trampilla.

—¡No tengo por qué decírtelo! —caminó a la puerta, dispuesto a irse.

—¿Los mataste?

Aquella pregunta hizo que Jungkook se quedara quieto. En el silencio pudo escuchar como Jimin pasó saliva, probablemente ansioso en saber que le contestaría. El aire estaba tenso, la energía negativa que descargaba el azabache cuando estaba enojado era descomunal, y por primera vez Jimin lograba sentir una pizca de aquello. Quizá por eso se sentía agobiado.

Jungkook largó una risita, aun dándole la espalda a su omega: —Si, pero no como tú piensas...

La sangre de Jimin se heló, porque una cosa era sospecharlo y otra era afirmarlo. Resultaba ser cierto que esas tumbas eran de sus omegas, que evidentemente no tenía 20 años como le había dicho, ¡le había mentido en puta cara y él siquiera lo había sospechado!

—La fosa era para mí... —susurró, ahora si estando completamente asustado, no solo por todo lo que acababa de confirmar, sino también porque la energía de Jungkook se sentía pesada.

—¡No soy un asesino como tú piensas! —volteó a verlo—. Si lo fuera ya estarías muerto, pero es mi energía lo que los mata. Todos ellos fueron mis omegas y todos terminaron igual.

Jimin bajó la mirada, siendo incapaz de poner sus ojos en él. Tuvo que tomarse de un mueble del mareo mientras las lágrimas caían por sus mejillas sin su permiso. Y se sintió peor que cuando escuchó el portazo; Jungkook se había ido, eso le dolió más. ¿Acaso no sentía que estaba mal? ¿No le importaba lo mal que se veía? Su pecho dolía, su corazón galopaba con fuerza.

No sabía qué hacer.

Agobiado, salió de la casa y corrió al río, buscando estar solo. Se sentía mareado en esa casa, necesitaba aire, relajarse y pensar que iba a hacer, cómo iban a seguir las cosas luego de ello. Ya no estaba seguro de con quien estaba o si realmente era amor lo que su lobo había encontrado, quien, por cierto, insistía en que eso no era un impedimento para estar con Jungkook. Claro que Jimin no estaba del todo de acuerdo.

No supo cuánto tiempo estuvo ahí sentado, viendo los peces pasar, escuchando el agua moverse, pero era relajante. Ya no se sentía agobiado y hasta juraba haber recobrado su color normal. Probablemente se había puesto pálido antes.

—Puede ser peligroso si andas solo —escuchó una voz conocida a su lado.

Jimin volteó a ver como Seokjin se sentaba a su lado, teniendo que correr su esponjosa cola blanca para darle lugar. La pantera dejó que su retoño jugara con unas flores que habían cerca, vigilando que nada le pasara.

—Me peleé con Jungkook... —volvió su vista al río.

—¿Es por lo que me preguntaste la otra vez? —Jimin asintió.

—Encontré cosas de otros omegas antes que yo y se enojó mucho conmigo. Me gritó, por un momento fui capaz sentir su energía. Estuve un buen rato sintiéndome mareado por eso.

—¿Fue poco lo que sentiste? Eso podría traerte daños. Ya de por si su energía es fuerte cuando está calmado, no imagino como será molesto.

—Pues supongo que muy fuerte como para que haya podido sentir un poco. Nunca me había gritado así, me dio miedo.

—Quizá no porque lo sepas, más bien porque le duele...

—Me confesó lo que era y que los otros omegas murieron por su energía... los omegas que vi en las lapidas, los encontré sin querer hace tiempo y había un espacio para mí. Seguro creyeron que me pasaría lo mismo. Ya estaban anticipando mi muerte.

—Ese cementerio es de ellos, ahí están también sus padres. Creí que no tendría más omegas desde la última. Esa chica estaba embarazada.

—¿En serio? —posó su vista en él, sorprendido. Seokjin asintió.

—Yo no sé tanto la verdad, pero los rumores corren como pólvora. Creo que hasta iban a casarse —Jimin suspiró, era notable el enredo que tenía en su cabeza, y le daba lástima, porque ellos hacían una bonita pareja—. Es tu decisión si quieres volver.

—No sé si esa casa es apta para mi cachorro... tantas muertes en ese lugar y su mala energía, en la misma cama —se estremeció. La sola idea le hacia temblar—. Tengo miedo, ni siquiera sé si voy a aguantar hasta el final, seguro y termino como todos esos —se abrazó a sí mismo, como buscando consuelo.

—Contigo tengo esperanza. No creo que mueras, esa energía positiva que siento de ti es algo especial en ti.

—Puedo controlar la luz... pero aún no sé mis orígenes, no sé que soy exactamente. No sé quién soy, no sé quién es Jungkook, no sé nada. Ni siquiera sé qué hacer ahora.

—Vaya, así que es eso —alzó las cejas. Tenía sentido el por qué Jimin era blanco y podía soportar las energías de Jungkook—. Ahora tengo más esperanzas de que ese cachorro nazca. Es como si tu energía positiva detenga a la negativa —sonrió, porque pensaba que era algo bueno—. Si no quieres volver a casa de Jungkook puedes venir a la mía. Vivo solo, así que no hay problema.

—Voy a tenerlo en cuenta, pero necesito ir con mi manada ahora, necesito hablar con mis padres —se levantó, sacudiendo el polvo en su pantalón—. De todos modos Jungkook se fue y no ha vuelto, no sé en donde está.

Seokjin copió su acción y lo abrazó. No trataba mucho con el lobo, pero le caía bien y había desarrollado cierta empatía por él. Quería ayudarlo, y por sobre todo, quería saber cómo terminaba el cuento. Jamás en su vida había visto cosa como tal.

Él siempre iba a estar ahí para hablar o dar un hombro en el cual apoyarse.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro